
Laura ha empezado hoy las clases de yoga (veánse las posturas espatarradas por el suelo), y está empeñada en ponerme también a estirar. No termina mucho de entender el rollo meditativo-trascendental, pero cree que le ha gustado.
Al salir, ha venido a buscarme y nos hemos ido a la playa a ver si me sacaba alguna foto con una ola más grande (ya que parece que el tamaño de las olas sigue siendo criticado). El problema es que se han empezado a ver aletas de tiburón (yo creo que eran delfines) y las fotógrafa se nos ha descentrado por completo... De momento no ha conseguido inmortalizar al "tiburón", pero sigue al acecho. Desde luego, nada parecido a la foto que os ponemos arriba. La vida acuática le tiene apasionada.